viernes, 10 de octubre de 2014

Día 1: Madrid - Ámsterdam

Aprovechamos un "fin de semana largo" para conocer Ámsterdam, intentando disfrutar y aprovechar el tiempo al máximo posible. Salimos el viernes después de trabajar y volvimos el lunes de tarde-noche. Aprovechando que Iberia había repuesto los vuelos directos desde Madrid a Amsterdam nos sacamos los billetes con esa compañía ya que nos venían muy bien los horarios.

En unas dos horas y media llegamos cómodamente a la capital Holandesa, como solo llevábamos equipaje de mano el desembarco fue muy rápido.


Desde el Aeropuerto de Schiphol, hay trenes que te llevan a la estación Centraal de Amsterdam. El precio es de 5 euros, eso sí, si no llevas suficientes monedas y quieres pagar con tarjeta tienes un recargo de 0.50 por toda la operación, es decir, dos billetes pagando con tarjeta son 10.50. La frecuencia es cada 15 minutos, y en otros 15 minutos estas en el centro de la ciudad, o incluso los hay directos que tardan 5 minutos.

Tan solo tienes que seguir las indicaciones que te indican la estación de tren dentro del aeropuerto, sacarte el billete en la máquina, y mirar en los paneles algún tren que tenga como estación intermedia "Ámsterdam CS".


Llegamos a las 11 de la noche a la estación central, un edificio muy bonito, y desde allí nos fuimos al hotel que estaba bastante cerca.


Caminamos unos 100 mentros por una calle principal (calle Damrak) que salia de la estación. Al lado de la calle hay un canal con su mismo nombre del que parten muchos de los barcos que realizan excursiones por la ciudad. Tras pasar el canal a mano izquierda ya estaba nuestro hotel. Por esa calle pasaban los varias líneas de los famosos tranvias de Amsterdam.


Cuando empezamos a planear este viaje, nos sorprendimos mucho con el precio de los hoteles, Ámsterdam es una ciudad con bastante problema de espacio, y los hoteles son caros, muy caros. Así que tienes que plantearte un dilema, ¿céntrico-poco lujoso-precio asequible? ¿céntrico-normal-carísimo? ¿lejano-normal-asequible?... Nosotros no tuvimos duda, Ámsterdam es una ciudad para disfrutar de su fiesta y ambiente, y no íbamos a pasar mucho tiempo en el hotel, así que decidimos reservar el Hotel Beursstraat, un hotel muy sencillo, pero a tan solo 5 minutos andando de la estación Centraal, en pleno barrio rojo, y la verdad es que al final no nos arrepentimos.

Hotel Beursstraat

Una vez llegamos, hicimos el check-in y subimos a nuestra habitación.

Por el problema de espacio que siempre tuvieron en Ámsterdam, las nuevas construcciones pagaban por metros cuadrados de superficie de planta, así que las casas son estrechas y altas, y todas tienen una escalera minúscula y empinada para subir.. así que no os extrañéis si os ocurre esto y prepararos a subir escaleras... en nuestro caso 80!!!


Dejamos el equipaje en la habitación y sin perder mucho tiempo bajamos de nuevo a la calle. Por la zona ya había mucho ambiente así que primero cogimos fuerzas en uno de los numerosos puestos de comida que hay por la zona, por supuesto no podían faltar unas patatas fritas al estilo Belga que al igual que las que se pueden comer allí estaban buenísimas (2.50€).

También llama la atención unos locales que habia por todos lados, llamados FEBO, consiste en una pared llena de casilleros con comida caliente (hamburguesas, hot dogs, nuggets, etc). Elegís que tipo de comida quieres, introduces las monedas y abre la puerta para sacar lo que elegiste. Muy original.


Después callejeamos por el barrio rojo, tenia un ambiente brutal, paseamos viendo sus pubs, coffe-shops, canales, puentes y quedamos asombrados con las chicas (prostitutas) vendiendose en los escaparates, si a algún chico le gustaba lo que veía entraba para dentro, negociaba el precio y corrian la cortinilla, lo que luego ocurría dentro queda para su intimidad, jejeje


Los pubs estaban tan llenos que no había sitio, y no nos apetecía entrar en un cofee shop así decidimos ir hasta la plaza Daam una de las calles que desembocaba en la plaza tenia bastantes pubs así que entramos a tomar unas pintas.


En la plaza Daam había fiesta, no sabemos en honor de que o quien, pero dejaríamos para otro día callejear por sus puestos y atracciones.


Regresamos al hotel para descansar, y disfrutar al día siguiente de la ciudad

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